En el mundo denso del exilio cubano, donde cada voz lucha por ser escuchada entre la nostalgia, el trauma y la esperanza, ha emergido un grupo autodenominado TEAM BUHO. Se presentan como cazadores de verdades, analistas incorruptibles, custodios de la causa. Pero detrás de sus cámaras, sus transmisiones y sus ataques dirigidos, muchos ya empiezan a ver algo distinto: un aparato hecho más para destruir que para liberar.
De vigilantes a fiscalizadores del pensamiento
No voy a mentir. Yo mismo llegué a respetarlos en su momento. Al inicio parecían auténticos. Gente con ganas de limpiar la casa, de ponerle el dedo a los farsantes. Pero basta con verlos por un rato más largo para notar que algo huele raro.
No los conozco personalmente, así que esto no viene desde la bronca, ni desde la competencia, ni desde el favoritismo. Viene desde la decepción. Porque cuando uno rasca un poco más allá de su “activismo”, se encuentra con algo que no cuadra: ¿por qué su obsesión con acusar, exponer, y difamar a todo aquel que no cargue con su narrativa? ¿Por qué esa hambre insaciable de protagonismo disfrazada de justicia?
¿Qué los hace creer que lo suyo es más válido?
¿quién les dio el título de jueces supremos del exilio? ¿Qué los hace pensar que su contenido, sus “investigaciones” y sus ataques tienen más peso o importancia que el trabajo silencioso y constante de muchos otros patriotas que, sin cámaras ni “likes”, sí están sembrando semillas reales de cambio?
Parece que TEAM BUHO se tragó el cuento de que ser controversial es lo mismo que ser valiente. Pero una cosa es decir la verdad, y otra muy distinta es jugar a ser verdugo para alimentar el ego. Porque al final, si no hay humildad ni propósito, entonces todo eso no es más que una performance. Una actuación bien producida para el aplauso de sus seguidores fieles y el morbo del que busca chisme nuevo.
Selectivos hasta la conveniencia
Lo más hipócrita de todo es la selectividad descarada con la que operan. Hay figuras que hacen lo mismo (o peor) que los que critican, y sin embargo, los dejan pasar. ¿Por qué? ¿Porque son “amigos”? ¿Porque comparten alianzas o información? ¿O es que hay gente que no se toca por “órdenes superiores”?
Ahí es donde muchos empezamos a sospechar que estos "búhos" no vuelan por la libertad, sino por encargo. Tal vez aún responden a su antiguo empleador, o quizás simplemente se convirtieron en parte del mismo sistema que dicen combatir. Y eso, mi gente, es traición con mayúscula.
El culto del ego disfrazado de verdad
No nos engañemos: lo que buscan no es justicia, es centralizar la atención. Ser los primeros, los más vistos, los más compartidos. Se alimentan del escándalo, de la polémica. ¿Qué libertad buscan cuando sus métodos son puro espectáculo?
Hasta cuando dicen algo cierto, lo hacen con ese tonito de superioridad que uno no sabe si reír o llorar. Todo suena como un guion ensayado, como si estuvieran participando en una novela política: donde ellos son los héroes incomprendidos, los valientes sin capa… y los demás, por supuesto, son traidores, comunistas, o “parte de la agenda”.
Chismes de lleva y trae
Sí, lo voy a decir claro: esto se está pareciendo más a un programa de chismes que a un espacio de activismo. Lo que parecía ser una cruzada por la verdad, terminó convertido en un club de lleva y trae, donde se reciclan los mismos cuentos, los mismos personajes, las mismas acusaciones, una y otra vez.
Y cuidado con cuestionarlos, porque entonces el escrutinio se vuelve hacia ti. Porque ellos pueden interrogar, opinar, atacar, pero ¡Dios te libre que los pongas en duda! Inmediatamente pasas a ser parte de la “mafia”, el “sistema”, o “la agenda internacional de desinformación” —o como quiera que le estén llamando ahora.
Lo irónico es que ahora se comportan igualito que los C40 que tanto critican: censura disimulada, ataques personales, paranoia colectiva, y una sed de poder camuflada con palabras como “honestidad” y “patriotismo”. Misma película, diferente canal.
Conclusión: ¿Libertadores o carceleros de ideas?
El exilio cubano necesita más que opinólogos con aires de profetas. Necesita visión, estrategia, organización. No necesitamos más inquisidores digitales, ni jueces de Facebook. Necesitamos unidad, humildad, y voluntad real de construir.
Mientras TEAM BUHO siga usando su plataforma para desacreditar a todo el que no se arrodille ante ellos, seguirán siendo lo que muchos ya sabemos: una distracción más, una obra teatral que busca aplausos más que soluciones.
Y si creen que su forma de hacer activismo es la única válida, que se preparen, porque muchos ya abrimos los ojos.